viernes, 9 de mayo de 2014




UN CIGARRO, UN BOLERO Y LA PRIMERA HEMBRITA


La hora había llegado sin que nos diéramos cuenta, de pronto empezamos a sentir atracción por el sexo opuesto, reparamos ya de manera individual a cada una de las chicas de nuestra edad que desfilan ruborizadas a nuestra vista, generalmente en el transito escolar.

Nuestra inquietud que estaba centrada fundamentalmente en los juegos, ahora empieza a tomar un nuevo espacio junto a la aparición de novedosas inquietudes. Surge una especial preocupación  por la presencia física, el vestido, el arreglo personal, buscando hacernos notar mientras caminamos por la calle. Todos, los menos de manera extrovertida, hablan de sus preferencias femeninas, la mayoría guarda silencio pero muestran discreta inquietud cuando se trata el tema.

Ya hay nuevas costumbres, ya están  aprendiendo a fumar, los que en la noche salen mascando su chicle seguro que se van a la esquina  de la casa de su gila, ahí la esperaran hasta que ella salga y si esto no sucede, apenado, un nuevo pase por la puerta o la ventana, un nuevo silbido, que generalmente es la introducción de una canción de moda y a marcharse rumbo a  la casa, a pensar en el día siguiente en la odiosa clase de Instrucción Pre Militar.

Los nombres de las costillas se filtran en el salón, generalmente son chicas del Colegio de Las Mercedes, si hay por ahí algún cruce empiezan a surgir las rivalidades y las rencillas no se hacen esperar, pero todo termina a la vuelta de la esquina de San Francisco, en cualquier mediodía después de clase … ahí, al grito almonero de los compañeros los adversarios se lían a trompadas, hasta que uno de ellos da por lavada la honra o la mayoría interviene para que el conato termine y los dos, que respetaron la regla sagrada de no pegar en el suelo, se dan la mano y se van abrazados.


En algún momento penetró en nosotros la letra de esos boleros, coincidían exactamente con nuestros sentimientos, con nuestra callada inquietud en unos casos, con la no deseada correspondencia, con el rechazo por otra preferencia, con la imposibilidad material de establecer relación, en fin  con las mil y una vicisitudes que suelen presentarse en las horas de amor adolescente, mas había un bolero que en algún momento resumía  todas las emociones, era el preferido de todos, ahora  vibra en nuestro pecho la melodiosa voz de Lucho Barrios cantando junto a nuestros recuerdos “adiós ya me quedo sin ti y así, para que más vivir …




























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