DON CORNELIO REYES SARCO
Cuando llegamos al colegio él ya estaba ahí, todas
las mañanas en la puerta de entrada, vigilando severo que los alumnos ingresen correctamente uniformados, llamando
la atención por alguna muestra de comportamiento inadecuado.
Era el Regente del Colegio, la máxima autoridad del
plantel en materia de disciplina, era el responsable del orden, del buen
comportamiento de los alumnos dentro y fuera del aula, trabajaba con un equipo
de auxiliares que tenían a su cargo la tarea disciplinaria en las diferentes
aulas.
En ese entonces cada año tenía su auxiliar
determinado, el primero a don Juan Cangahuala, el segundo a Noel Figueroa
Morales, el tercero a Víctor Quiñónez Morales, el cuarto a Julio Santamaría
Soto y el quinto a cargo del Regente, con el correr de los años fueron
incrementándose las aulas y consecuentemente los auxiliares de educación, de
ahí que fueron asumiendo esta responsabilidad Abilio Magro, José Tello Alomía,
Jaime Mazzei Marisca y Alfredo Omonte Zevallos, quién fue nuestro auxiliar en
el quinto de secundaria.
A la hora del recreo se paraba en el centro del
patio o en el pasadizo, a la altura de la dirección, desde ahí hacía llegar sus
sonoros pitazos ante cualquier situación irregular, en otras oportunidades
llamaba la atención con su sonora voz, mencionando el nombre y el apellidos
completos de los alumnos, era muy frecuente escuchar ¡Germán Machado Cazorla!, ¡Edwing Bernal Cavalié! ¡Guido Cabrera
Herrera! ... naturalmente los nombres correspondían a los más inquietos,
pero él sabía nombres y apellidos de todos los alumnos del colegio, tenía una
memoria extraordinaria.
Cuando un alumno se excedía en el mal comportamiento
era llevado por el auxiliar a la regencia, ahí don Cornelio establecía el
castigo, esa vez consistía en quedarse una hora después de la salida, el número
de días correspondía a la falta cometida, claro está que previamente tenía que
escuchar la filípica de nuestro buen Regente.
Era la expresión de autoridad del plantel, ejercía
su función con sobriedad, usando del
consejo, sin excederse en el castigo pero haciendo cumplir la norma, es bueno decir que la denominación de su cargo era el de Jefe de
Normas Educativas.
Durante todo el tiempo que permanecimos como alumnos
él tuvo esa responsabilidad, siempre estuvo muy cerca de nosotros, no sé si más
que el mismo Director, del temor que le tuvimos cuando recién llegamos al
colegio habíamos caminado una enorme distancia, cuando egresamos de las aulas
salimos siendo sus amigos.
Él, como todos los años, se quedó con una pena
inmensa en el corazón... Un día ya maduros le escuchamos decir “Cada promoción se va llevando algo de mi
pero también me dejan la satisfacción de haber hecho algo por ellos”.
Ahora que los años han pasado y aun cuando ya su
silbato está guardado en el silencio interminable, permítanos con nuestro
recuerdo rendir homenaje a su memoria.
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