viernes, 9 de mayo de 2014





LAS CARICATURAS DE PEREZ Y LOS VERSOS DE LOVATON


El periódico mural fue un buen escenario para que los alumnos pusieran de manifiesto sus dotes, especialmente aquellos de carácter artístico, como son los  casos de Pérez y Lovatón.

Teófanes Pérez Revelo mostraba desde el aula una destreza muy especial para dibujar caricaturas en hojas de cuaderno o en la pizarra, uno de sus personajes predilectos era Atilio Solón Chávez Loyola, a quién apodaban “Lechuza”, siendo ésta la caracterización principal de sus apuntes, que los suscribía con el seudónimo de “Hupere”.

Pero también de su pícara vena aparecieron jocosas caricaturas como la del mismísimo Director Artemio Moscol Urbina, quién aplaudió de buena gana la creación, o del “Cuervo” Andrés Pacheco, que las festejaba estruendosamente.

La caricatura de  mayor impacto fue la que le hizo al Sub Oficial Alvarado, estando en cuarto año. Resulta que el citado Instructor de Pre Militar pidió a  los alumnos una cuota de S/. 5.00 para el manual del curso, pasaron los días y como dice el bolero también pasaron los meses y manuales manan canchu.

Un lunes por la mañana apareció en el periódico mural una caricatura del mencionado Instructor con aires de suficiencia, mirando hacia arriba, alisándose los bigotillos y tratando de resaltar su pequeña caja torácica, mientras un billete verde volaba con alas ante la incredulidad de los alumnos, que recitaban la siguiente estrofa:

Adiós billete ingrato
que te vas y nos dejas calato
así dice “Pulmón de Gato”
por no darnos un manual barato.

“Pulmón de Gato” era el apodo del Instructor, que al cabo de poco tiempo fue sustituido en su cargo por el vozarrón “Shambuyacu”.

Hay quienes adjudican la estrofa a Lovatón, Pedrito nunca afirmó nada sobre el particular, pero lo cierto es que esta caricatura tuvo que ver con el cambio.

Ahora que hablamos de “Lovito” es necesario recordar algunas muestras de sus versos que  escribía con el seudónimo de “Pelosa”.

Los años 60 y 61 fueron intensamente cargados con el conflicto peruano-ecuatoriano, ahí Pedro encontró tema fecundo para versificar sobre el asunto, haciendo puyas a nuestros vecinos del norte, a la vez que enfatizando sobre nuestros legítimos derechos.

Hay dentro de su creación satírica una redondilla que fue repetida por mucho tiempo por los alumnos, especialmente los del quinto.  En el Quinto “C” había un compañero de clase que tenía la rara virtud de unir a todos, pero en su contra, quién debido a su temperamento  siempre andaba en conflictos con compañeros de aula o de otras secciones, pues además ejercía el nada envidiable cargo de Jefe de la Policía Escolar.

Tenía además  la  inmodesta costumbre de ir con su carro al colegio y dejarlo en la puerta hasta la hora de salida.

En una oportunidad Pedro publicó una poesía, cuyos versos terminaban con esta redondilla:

Hay caray, caray
ya no se puede con Echegaray ...

En el salón de clase, cada vez que nuestro petulante colega pretendía impartir una orden en función de su cargo, todos le repetían en coro la redondilla.

Pero Lovito también le entregaba a los versos los sublimes mensajes de amor, que otros compañeros de clase no se atrevían a hacer llegar a la dama de sus ensueños.

Tanto Pérez como Lovatón lucían en común un inefable espíritu picaresco que lo traducían con alegría, buen humor e inteligencia en sus creaciones.

Quedan en nosotros las caricaturas de Pérez mientras resuenan los versos de Lovatón ... es imposible dejar de sonreir.













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