LAS CARICATURAS DE
PEREZ Y LOS VERSOS DE LOVATON
El
periódico mural fue un buen escenario para que los alumnos pusieran de
manifiesto sus dotes, especialmente aquellos de carácter artístico, como son
los casos de Pérez y Lovatón.
Teófanes
Pérez Revelo mostraba desde el aula una destreza muy especial para dibujar
caricaturas en hojas de cuaderno o en la pizarra, uno de sus personajes
predilectos era Atilio Solón Chávez Loyola, a quién apodaban “Lechuza”, siendo ésta la
caracterización principal de sus apuntes, que los suscribía con el seudónimo de
“Hupere”.
Pero
también de su pícara vena aparecieron jocosas caricaturas como la del mismísimo
Director Artemio Moscol Urbina, quién aplaudió de buena gana la creación, o del
“Cuervo” Andrés Pacheco, que las
festejaba estruendosamente.
La
caricatura de mayor impacto fue la que
le hizo al Sub Oficial Alvarado, estando en cuarto año. Resulta que el citado
Instructor de Pre Militar pidió a los
alumnos una cuota de S/. 5.00 para el manual del curso, pasaron los días y como
dice el bolero también pasaron los meses y manuales manan canchu.
Un
lunes por la mañana apareció en el periódico mural una caricatura del
mencionado Instructor con aires de suficiencia, mirando hacia arriba,
alisándose los bigotillos y tratando de resaltar su pequeña caja torácica,
mientras un billete verde volaba con alas ante la incredulidad de los alumnos,
que recitaban la siguiente estrofa:
Adiós billete ingrato
que te vas y nos dejas calato
así dice “Pulmón de Gato”
por no darnos un manual barato.
“Pulmón de Gato”
era el apodo del Instructor, que al cabo de poco tiempo fue sustituido en su
cargo por el vozarrón “Shambuyacu”.
Hay
quienes adjudican la estrofa a Lovatón, Pedrito nunca afirmó nada sobre el
particular, pero lo cierto es que esta caricatura tuvo que ver con el cambio.
Ahora
que hablamos de “Lovito” es necesario
recordar algunas muestras de sus versos que
escribía con el seudónimo de “Pelosa”.
Los
años 60 y 61 fueron intensamente cargados con el conflicto peruano-ecuatoriano,
ahí Pedro encontró tema fecundo para versificar sobre el asunto, haciendo puyas
a nuestros vecinos del norte, a la vez que enfatizando sobre nuestros legítimos
derechos.
Hay
dentro de su creación satírica una redondilla que fue repetida por mucho tiempo
por los alumnos, especialmente los del quinto.
En el Quinto “C” había un
compañero de clase que tenía la rara virtud de unir a todos, pero en su contra,
quién debido a su temperamento siempre
andaba en conflictos con compañeros de aula o de otras secciones, pues además
ejercía el nada envidiable cargo de Jefe de la Policía Escolar.
Tenía
además la inmodesta costumbre de ir con su carro al
colegio y dejarlo en la puerta hasta la hora de salida.
En
una oportunidad Pedro publicó una poesía, cuyos versos terminaban con esta
redondilla:
Hay caray, caray
ya no se puede con Echegaray ...
En
el salón de clase, cada vez que nuestro petulante colega pretendía impartir una
orden en función de su cargo, todos le repetían en coro la redondilla.
Pero
Lovito también le entregaba a los versos los sublimes mensajes de amor, que
otros compañeros de clase no se atrevían a hacer llegar a la dama de sus
ensueños.
Tanto
Pérez como Lovatón lucían en común un inefable espíritu picaresco que lo
traducían con alegría, buen humor e inteligencia en sus creaciones.
Quedan
en nosotros las caricaturas de Pérez mientras resuenan los versos de Lovatón
... es imposible dejar de sonreir.
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