viernes, 9 de mayo de 2014





¡QUE BAJEN EL PIANO!


Cuando el Padre Perfeto llegó a la puerta del aula se detuvo señalando al Cuervo Pacheco que tenia que retirarse de ella, el indicado se paró risueño y muy pausadamente acomodó sus cuadernos y cruzo el salón, pasando por delante del Profesor del Curso de Religión y dirigiéndose al patio donde pasaría la hora mientras durara el dictado de esta clase.

Ese era el ritual que precedía a las clases de este curso desde que el Cuervo confesara en vísperas del aniversario del colegio a profesores, disciplinarios y alumnos, habiendo estado a apunto de dar la absolución al mismísimo papujo director del plantel.

Esta tarde  al salir al patio se encontró con un inusitado movimiento. En ese entonces en el ala norte del edificio, en el segundo piso, domiciliada el Director, nuestra aula estaba ubicada en el primer piso en la intersección del ala norte con el ala oeste, desde ahí se divisaba la Iglesia de San Francisco.

El Cuervo al salir a su habitual peregrinaje se encontró que un grupo de trabajadores de servicio y personas ajenas al colegio habían sacado el piano de la sala de música y lo estaban subiendo al segundo piso.

Que se sabía hacía mucho tiempo la sala de música no prestaba servicios a los alumnos y la única práctica musical que se hacían eran  las serenatas que se solía dar a las alumnas mercedinas. Pero también era de dominio del buen Cuervo que el Papujo Director era amante de la música y que por eso sus señoritas hijas estudiaban  este clásico instrumento en la Escuela Regional de Música.

Entonces  se propuso dar una sorpresa al mandamás del colegio, junto con él compartían el patio otros alumnos no muy católicos como Chupón Amado y Germàn Machado, entonces al ver que el

Director abría la puerta de acceso a su casa para hacer ingresar al piano lanzaron un grito en coro ¡Que bajen el piano! … El Director no supo que hacer en ese instante, solo fue que los que empujaban el instrumento  se vieron paralizados y no se atrevieron a seguirlo empujando para adentro.

Cuando nosotros salimos al recreo pudimos apreciar como los asustados trabajadores del colegio terminaban de bajar el piano del segundo piso, mientras un azorado Director caminaba el pasadizo diciendo en voz alta

-          Ese piano esta malogrado es necesario que lo llevemos a arreglar.

El Cuervo muy socarronamente le preguntó

-          ¿Usted tiene taller de reparación de pianos?




















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