viernes, 9 de mayo de 2014







¡TITO JAIME FERNANDEZ!:   ¡PRESENTE!


En el Huánuco de nuestro tiempo era muy fácil conocerse de un barrio a otro. Así con Tito Jaime Fernández, que vivía en San Pedro, fuimos amigos desde horas de infancia. Luego  en los claustros leonciopradinos donde tuvimos la felicidad de ser  compañeros de la promoción 1961,  él estaba en el Quinto “B” de Ciencias.

La última vez que nos encontramos fue en la Plaza de Armas, un mediodía de setiembre de 1983.  Nos sentamos un instante en una banca y conversamos. Nuestra amistad de infancia, cultivada a través de los años, nos detenía siempre en el abrazo en cada encuentro. Afable y comunicativo, volcaba sin ambages todas sus inquietudes, sus emociones las transmitía con contento, haciéndonos participes de sus logros y preocupaciones. Era difícil conversar con él sin identificarse con sus anhelos.  Con su característica espontaneidad esta vez me dijo que confiaba en  su reelección a la Alcaldía de la Provincia de Leoncio Prado, cargo que desempeñaba desde 1981. Me habló de lo dura que se había tornado la represión, especialmente contra los campesinos cocaleros y que habían continuas vulneraciones de los derechos humanos.

Sencillo, sin la arrogancia de la que se enviste la mediocridad cuando llega al poder, había hecho de la Alcaldía de Leoncio Prado el escenario para la atención de los duros problemas sociales que aquejaban a la provincia. Ahí estaba la drogadicción, la represión a los cultivos de coca, la vulneración de los derechos humanos. En todos ellos él había tomado partido por los más débiles, por los desguarnecidos por la sociedad y la justicia, por aquellos que eran víctimas del abuso y violencia oficial.

De esta manera en su condición profesional de Ingeniero Agrónomo,  identificado con la tierra, agricultor comprometido con el desarrollo de cultivos tropicales en sus terrenos de Naranjillo, estaba de lado de los cocaleros, de aquellos que sembraban la coca como único recurso subsistencial, porque los otros cultivos no eran rentables o en  los terrenos que ocupaban no era posible establecerlos.

Los campesinos que eran víctimas de los abusos recurrían a él en busca de justicia,  pues lamentablemente la represión venía del gobierno central, cumpliendo órdenes del gobierno norteamericano; la policía actuaba cada vez con más violencia; el poder judicial hacía oídos sordos a las reclamaciones de las víctimas.

Fue ahí el momento en que él decide hacer de su despacho municipal un bastión para la defensa de los derechos humanos. Asume ese liderazgo en la convulsionada ciudad de Tingo María y en actitud digna de los hombres íntegros,  se enfrenta sin temores a los abusos de los encargados de la represión, denuncia a las autoridades corruptas del poder judicial, encabezando las medidas de lucha en la que estaban comprometidas. Era quién encabezaba los paros y las huelgas. Ponía el pecho a cuanta agresión se presentaba.

Así fue reelecto Alcalde de la Provincia de Leoncio Prado, continuando con mayor energía la lucha que había emprendido en sus tres primeros años de gobierno. Cada vez tenía que enfrentar más y mayores peligros, la corrupción iba tendiendo un cerco en contra de él. Era un estorbo para sus intereses, era un hombre  con gran respaldo de masas, dueño de una respetable honestidad, en una sociedad donde los valores están en quiebra los que luchan por la justicia y por la vida son un peligro.

Y Tito defendía el derecho al trabajo para los más pobres, el respeto a la dignidad humana, el derecho a la justicia, el respeto a los derechos humanos y a la vida. Por eso un día del año 1984, en la puerta de su casa cuando abordaba su carro, delante de su esposa y de sus hijos fue cobardemente asesinado por los enemigos de sus ideales, que son ideales de los que rechazamos la injusticia, y queremos una patria justa y una vida digna.

Murió heroicamente, como los árboles…  de pié.  Está presente en el recuerdo y el  reconocimiento permanente.  Una de las avenidas principales de Tingo María lleva su nombre.  Nos enaltece su amistad y  haber compartido con él las aulas leonciopradinas.

Es un digno emblema de nuestra promoción.












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